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Mi Historia de un Príncipe

  • Foto del escritor: Héctor Colín
    Héctor Colín
  • 9 nov 2021
  • 4 Min. de lectura

La sumisión de un pueblo y el acoso desde un poder usurpado…


Puerto Vallarta, Jalisco.- Mi príncipe no tiene insignias ni uniformes militares, tampoco anda a caballo blandiendo una espada enfrentando dragones, el mío utiliza los dientes y su boca para cazar a su pueblo.



En las historias de amor o desamor siempre existen personajes que contrastan con las emociones de la trama para adherirle disfrute a la contemplación de la obra. Desde las novelas de televisa hasta las películas de Disney, debe siempre existir uno o varios personajes que estrepitósamente le dan un giro a la narración agregando emociones de todo tipo, normalmente estos personajes están allí pero no los notamos hasta que intervienen sorpresivamente en el momento más importante de la película, cambiándole a esta toda la idea que nos habiamos hecho de ella.


En los años treintas apareció la primera película de Disney en la que un príncipe intervenía como un héroe. El Príncipe Florian no hizo más que darle un beso a Blancanieves para despertarla después de que sus descuidados nuevos y enanos amigos la dejaron sola a su suerte para caer pendejamente en manos de una perversa anciana que resultó ser su madrastra y sólo quería castigarla por ser más hermosa que ella. Desde entonces, las películas de Disney aprovecharon la presencia de un príncipe para darle un giro a sus historias, en la Bella Durmiente sucedió lo mismo, Felipe despertó a la princesa con un beso de “verdadero” amor, es todo lo que hizo después de enfrentar a Maléfica convertida en dragón y asesinarla. Ya están llegando las imágenes a su cabeza, curioso lector.


Después de tantas entregas y de explotar la imagen del Príncipe para agregarle emociones a las historias, llegó Shrek para parodiar estas producciones. La aparición de un Burro que habla y hace amistad con un Ogro solitario fue el preámbulo de una gran historia que en la secuela incluiría al Príncipe Encantador que haría las veces, sin anunciarlo, de enemigo en la película, el antagónico de Shrek y la perdición de su propia madre sobre protectora.


Para los que vivimos encantados con las historias de amor que tienen sangre, desprecio y decepciones, resulta ser muy sencillo relacionar la realidad con la ficción de Disney para abonarle un poco de legitimidad a lo que creemos que pasó o que pasará en nuestras vidas.

Vemos todos los días ejemplos relacionados con los príncipes y las princesas que viven inmersos entre la bondad pretenciosa y la villanía.


No en todos los casos la suerte de los Príncipes ha sido mala, pero siempre ha dependido de las acciones de este en la historia y sobre los personajes con los que convive, es decir que, Disney siempre ha ilustrado sus lecciones de vida para obligarnos a pensar en hacer el bien a pesar de cualquier cosa; advirtiéndonos de que la villanía, la perversión, el acoso, el complejo de superioridad, la violencia y la sobre valoración de sí mismo traerá siempre consecuencias impensables para los Príncipes.


Si usted me ha leído los últimos días, supongo que no tiene nada más importante qué hacer y entenderá que me refiero a una historia de la que se nos ha contado mucho porque el cartel (me refiero a un poster y no a una mafia) aún se encuentra en la pared del cine con las palabras “coming soon”. Hoy apenas tenemos imágenes escuetas de los personajes y hemos fantaseado armando nuestra propia historia incluso antes de que se nos terminen de contar los detalles de esta. Existe un “Charming Prince” en esta historia, lo llamaré así porque me refiero a la versión de Shrek y no de las versiones de Disney ilustrando príncipes que terminan siendo felices para siempre como recompensa de sus buenas acciones.


El “Charming Prince” de mi historia tuvo una vida con un futuro prometedor porque no aparecía ni en los créditos de la precuela de mi serie de películas, con el tiempo desapareció de la trama hasta reaparecer como casi un fantasma, nadie lo ve pero todos lo sienten, acosa desde las sombras, planea sigiloso su próxima cacería y amenaza a todos sobre el hombro del Rey de la película. Mi “Charming Prince” no es ni charming, ni prince, ni príncipe, ni encantador, pero se siente el protagonista de la película porque segúramente en su cabeza un trienio es una eternidad y su película no tiene el mismo final que yo he vaticinado en la mía. (Ay, me desvié)


El “Charming Prince” tiene naturalmente el apellido del Rey pero no la corona, tampoco la espada y mucho menos el trono, por lo que el Rey de mi historia se sentirá amenazado por el pupilo que se esfuerza por ver caído el trono y tomar el control. La historia de ver caer su reinado provocado por su propia sangre pudiera no tener sentido pero lo tendrá en algún momento. El príncipe no enfrenta a la muchedumbre, no encara a sus víctimas porque no es un asesino nato, ni siquiera es un villano digno todavía de mi historia pero le iré abonando capacidades para convertirlo en el más malo de todos y que se ponga sabroso el chisme. El “Charming Prince” sólo es un personaje jugando con el poder que se ha forjado a través de infringir el miedo en los gobernados por su padre, quienes son fieles, calculadores y reservados por las condiciones precarias en las que se podrían involucrar en el caso de ser subersivos.


Que la oportunidad del “Charming Prince” no se haya aprovechado en su momento para hacer el bien no significa que todo esté perdido, en la historia que estoy escribiendo pudiera haber un giro inesperado provocado por un manotazo del rey, por una epifanía del pueblo o la cachetada de una dama que sueña con ser princesa sin necesidad de cuidarse la espalda por relacionarse con el villano que no quiso ser héroe y se apantalló con un poder que no le corresponde.


Hasta dónde llegará el “Prince” de mi historia por tomar el control del poder sobre pueblo. En algún momento aparecerán los héroes y la historia tomará un nuevo curso. Hoy, el Rey batalla con su sangre mientras le sonríe a su pueblo.


Por cierto, la película tiene un Chaneque que está siendo explotado por un personaje de la penúltima linea de mando dentro del castillo.

Vendrán más ogros como héroes, monstruos como aliados del villano y damiselas en peligro dentro de un reinado sometido por el más perverso de la “monarquía”.


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