Pedro y Pablo eran hermanos, amigos inseparables, quedaron abandonados cuando murieron sus padres. Pedro, el mayor, se decía que a Pablo nada le falte…
Pablo, a pesar de la situación, logró ser licenciado, a Pedro le dio gusto porque el sacrificio había valido la pena y Pablo estaba listo para enfrentar la vida profesional para sostener el amor de Leticia, incluso si ella actuó mal, al grado de borrarle la sonrisa a Pedro frente a su hermano licenciado.
Así es la historia dentro de una famosa canción, en la que se resalta la importancia de la familia, del valor del sacrificio y lo relevante que es tener una carrera, hasta los Tigres del Norte saben eso y entienden que la canción sería una motivación para que sus seguidores, una guía para los subestimados, que pudieran tener una carrera profesional para enfrentar la vida productiva con herramientas cognitivas suficientes para ser útiles en su comunidad.
Los políticos mienten, todos lo hacen, porque de ser sinceros, nadie los pelaría, serían odiados por la exhibición de la realidad de sus intenciones, serían mal vistos porque desatarían todos los días una lucha en contra del sistema putrefacto del que ellos mismos dependen, todos mienten, hombres, mujeres, jóvenes y viejos, los más decentes evitan mentir y practican ejercicios de evasión mediante argumentos irrelevantes y cansados.
La mentira, lejos de ser un pecado para algunos, es una medida que utilizan los más débiles para no ser más vulnerables, algunos taimados para lograr objetivos que no podrían sin engañar.
A mi me encanta decirles, “se los dije”, el caso de Martha Susana Rodríguez Mejía, he llegado muy lejos, tan allá como su afán de trascender a pesar del engaño, de la politiquería y de utilizar a la raza que le cree eficiente.
Un poco de Contexto.
En la mesa del Fideicomiso donde se toman las decisiones respecto a la promoción del turismo para Puerto Vallarta se gestó una denuncia hace unos años, en la que se hace un señalamiento grave a modo de exigencia para conocer quiénes, de los integrantes de esa mesa tienen la capacidad probada y suficiente para opinar respecto a una tarea tan especializada como el turismo, y es que el futuro del turismo de Puerto Vallarta depende de ello, por lo que no es cosa menor, no debe tomarse a la ligera y por ello se denunció una posible incompetencia. Desde entonces, en el Fideicomiso de Turismo no se licita nada, todo está detenido porque no se ha aclarado el asunto, hoy continúan las sillas ocupadas por personas que no tienen la capacidad para opinar sobre el turismo y eso es muy grave.
En aquel entonces, parte de la mesa estaba Susana Rodríguez, opinando y decidiendo sin saber, atendiendo sólo a sus principios aprendidos en el Facebook, en los chismes y lo que se le ocurría, todos sabemos qué sucedió después, los temas sobre la industria turística se volvieron políticos y ella se ganó una posición aún más importante, dicen que gracias a su amistad con el gobernador y por eso llegó a ser Directora de turismo de playa de la zona que comprende a Puerto Vallarta, continuó definiendo el destino del turismo sin saber de qué se trata.
Para empeorar la situación, llegó el punto en el que se creyó su propia mentira y decidió, por alguna extraña razón, presentarse como licenciada, como una persona con una carrera terminada y matriculada con una cédula profesional, lo que fue falso y no faltó quién lo señaló después de que yo me arranqué media cabellera por la frustración de ver el destino en manos de una persona que no está preparada.
Como “Licenciada Patito”, fue señalada la semana pasada por el diario Mural de Guadalajara, en la que se señala que presumirse como licenciada es una falta que merece sanciones mediante un procedimiento de. responsabilidad administrativa que lleva a cabo la contraloría estatal.
No solo se presentaba como licenciada, sino que firmó documentos y declaró patrimonialmente la pertenencia de una carrera terminada en el ámbito del derecho. Sin la posibilidad real de solventar el dicho de contar con un Título, la ex funcionaria del turismo estatal se encuentra en una situación legal grave por que no ha podido solventar las irregularidades que ella misma ocasionó, por lo que, dependiendo de la gravedad de la falta, podría ser sancionada hasta con 20 años de inhabilitación para ejercer cargos públicos, lo que le vendría muy bien a Puerto Vallarta.
Independiente a lo legal, la moralidad de Susana Rodríguez ha quedado desgastada, perdiendo la capacidad no solo para defenderse, sino para ejercer los cargos públicos que le han encomendado dentro del Gobierno del Estado.
Imagine usted que se encuentra a un sujeto que dice ser médico y contar con un título, ¿qué pasaría si usted va a confiarle su vida?, pues pasará lo impensable, le confiará su cuerpo y terminará muy mal porque el que se dice médico, no sabe de lo que habla y mucho menos de los procedimientos necesarios para salvar su pellejo.
Mismo caso con el “arquitecto” Munguía, que se dice y no lo es, engaña para convencer.
Y así es como se agravan las cosas para nosotros los pobres gobernados.
El caso de Susana ya trajo consecuencias negativas para Puerto Vallarta y el asunto no quedará allí, el gobernador confía en ella y por lo visto, su compromiso por Vallarta tiene la proporcionalidad inversa al cariño con Susana.
Se te borró la sonrisa…
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