Soy un convencido de que, cuando deseo algo, inmediatamente se generan en el mundo también los medios para conseguirlo y solo tengo que estar atento a las oportunidades que aparezcan en el camino para obtenerlo. Si quiere que le plantee la misma idea, pero en lenguaje religioso, creo que cuando deseo algo, es porque ya Dios (o Satanás) está dispuesto a dármelo.
En ese orden de ideas tan inusuales (lo reconozco), siempre he deseado buena salud y, por tanto, espero, recibo y tengo buena salud. También (crucifíquenme los médicos y los fieles creyentes del Covid si lo desean) creo que no hay virus, bacteria, enfermedad terminal ni nada que pueda mermar mi salud a menos que ya vaya a morirme porque ya sea mi hora y en eso, nomás en eso, es que me baso para ase
gurar contra viento y marea que nada va a pasarme. ¿Loco? ¿Ingenuo? Todo eso mas lo que usted quiera; pero si piensa que estoy loco y es usted religioso, le estará llamando “loco” también al gran Jesús, que fue quien lo dijo. Lo enseñó así: “Por tanto, os digo que todo lo que pidiereis orando, creed que lo recibiréis, y os vendrá.” (San marcos 11:24.) Hace casi un año que el virus llegó a México y nada me ha ocurrido, muy a pesar de que salgo sin el menor de los cuidados y como dije, nomás me pongo el bosal (sin taparme la nariz) cuando de plano tengo que hacerlo. No vivo lavándome las manos, ni contando muertos, y mucho menos encerrado; eso es para los imbéciles que se han creído que escondiéndose van a salvarse y, muy al contrario, se están contagiando y hasta han muerto. Yo sigo aquí, dando de bastonazos todavía y burlándome de los miedosos, percibiendo (y en algunos casos lamentando) sus caídas como en un juego de soldaditos. ¿Le dice algo?
Precisamente el sábado platicaba con una amiga al respecto y le decía que “la fe es para ejercerla en tiempos difíciles”. Muchos de los que me hablaban de “un Dios poderoso”, muchos de los que me invitaban a creer que para ese Dios todo es posible, hoy están escondidos y temerosos mientras Yo sigo viviendo mi vida de forma natural. Kalimán, el legendario héroe de las radionovelas mexicanas, decía que “quien domina la mente, lo domina todo”. Desafortunadamente, mi pueblo ha caído en el miedo y la autosugestión debido a que despierta, toma el café, desayuna, come, cena y se acuesta con un solo tema en la cabeza: Covid. ¿Así quién no se enferma? ¿Quién no va a volverse loco con todo eso?
Piense en este cuento: Había una vez dos conejos que, siendo perseguidos por un lobo, se refugiaron en una cueva; pero horas más tarde les agarró el hambre y entonces, uno le dijo al otro que salieran a buscar comida. Discutiendo el asunto, uno de ellos decidió que valía más intentarlo y salió de la cueva mientras que el otro, muerto de miedo, se quedó allí por un largo tiempo hasta que de plano ya no podía soportar el hambre y la sed. Entonces salió de la cueva, pero, ya sin energías para conseguirse nada o para correr ante la amenaza de cualquier animal que quisiera atacarlo, fue cazado casi de inmediato. Lo mismo va a sucederle a este pueblo mío si no reacciona, antes de que su energía se acabe.
Amable lector, es tiempo de creer, pero de creer lo correcto. Salga, diviértase y deje que lo que se vaya a romper se rompa, porque se romperá de todas formas. Viva, deje vivir y entienda que no podemos andarnos escondiendo por cualquier enfermedad que se presente en el mundo. ¡Y venga la vida para el que vida tenga! Al cabo mundo ahí te quedas.
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