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  • Héctor Colín

El Exorcismo de “El Profe”


Mientras Luis Ricardo Michel Rodríguez, como alcalde de Vallarta se toma sus terceras “vacaciones” en solo seis meses, nosotros los jodidos continuamos batallando con los achaques de su inútil gestión. Cansado por la vejez, harto de los reclamos ciudadanos, fastidiado por sus herederos o enfermo de algo que no pretende compartirnos, El Profe fue visto una vez más en el aeropuerto de esta ciudad el pasado fin de semana, con su esposa y los tenis de siempre en la sala de vuelos nacionales. Nadie sabe hacia dónde viaja tanto y todos sospechan del por qué se ausenta demasiado, lo extraño es que no avisa, solo se larga como si ninguna responsabilidad tuviera. Allá él, seguro sus dos encargados de despacho se agencian sus facultades en lo oscurito o se desmadran.


En 1973 se estrenó El Exorcista, la película que le quitó el sueño a muchos cinéfilos, porque marcó un presedente, primero por que la fotografía aterrorizó a la audiencia y después por los mitos que la rodearon, y es que se dijo que durante el rodaje de esta película, al menos nueve personas relacionadas con el filme perdieron la vida, ingaturroña.


En 1973, seguro que El Profe ya tenía como 45 años y si no, pues parece. El punto es que ayer, mientras me chingaba unas palomitas y disfrutaba la vomitadera de Regan y la rogadera del padre, las similitudes entre El Exorcista y el exorcismo que requiere el profe fueron muy fáciles de encontrar para el chisme de hoy.


Dentro de las creencias religiosas, existe El Exorcismo, que es una práctica espiritual en la que se hace oración chingona para enfrentar al mal y liberar a un poseso por el demonio. (sí, se escribe POSESO).


Es claro que el Profe parece poseso por algún mal que no le permite funcionar correctamente, que le entorpece el caminar y le arruina todo lo que pretende, no es sólo la vejez, tampoco estoy seguro de que vomite verde o de que le gire la cabeza pero hay días en los que sí parece tener esas señales de estar siendo usado por un espíritu demoniaco, estos espíritus optan por el mal, por lo negativo, por la venganza y por todos los pecados que hoy conocemos como capitales, por lo que El Profe parece no ser él mismo; entonces, necesita un exorcista, o varios.



Hay ocasiones en que la persona, según la iglesia, necesita protección contra el poder del demonio o contra su dominio espiritual. Para ello, un exorcista, que se supone que es un experto en la identificación de demonios, especialista en oraciones y peticiones en nombre del bien para que la persona sea liberada de todo eso que lo hace ver mal, sentirse mal, funcionar mal y parecer manipulado por seres malignos, como “El Profe” y todos los pendejos que trae cerca y que no sirven pa ni madres.


Si usted es creyente, entonces no tengo que explicarle que nuestro alcalde ya recibió su primer exorcismo y está urgido por el segundo, del tipo solemne o mejor conocido como “exorcismo mayor”, cuyo rito sólo puede hacerlo un obispo, pero para el punto, lo tendría que hacer un especialista en política, en administración pública o algo de eso, ya de perdida un cabrón que haya terminado la universidad, no como los pendejos que acompañan al profe.


El Profe necesita ser liberado de sus demonios para poder funcionar y salvar su gestión que hoy luce tan triste como lamentable.



Para algunos creyentes, los demonios están representados por los pecados capitales, que no es lo mismo que los diez mandamientos que de pronto el profe también manosea cuando se le antoja, antes y después de ir a misa y jurar amor al prójimo; ese es tema para otro día porque el asunto de las mentiras es castigado aquí, en china y en el infierno.


Regreso. Algunos demonios están representados como los pecados capitales, la soberbia, la ira, la avaricia, la envidia, la lujuria, la gula y la pereza. ¿Desmenuzamos?.


La soberbia es uno de los pecados capitales que primero invadió a los que ganaron la elección junto al Profe, mientras el alcalde electo se rascaba la cabeza tratando de entender cómo es que ganó su campaña siendo la más pinche y miserable, la más manoseada y corrupta, el resto de su equipo, incluyendo al imbécil del Chuyín, se frotaban las manos, se relamían los bigotes y levantaban la cabeza sobre el hombro para ver a las personas y ser invadidos por la soberbía que los acompaña hoy, esa que no les permite ver que cometen errores todos los días y se les suman a una lista que atesoran los ciudadanos para el día en el que se les ocurra querer repetir en el gobierno. La soberbia se refiere a sentirse superior, sin justificación, con toda la intención de aprovecharse de la posición y abusar del próximo, siendo despectivo en todo momento, así, justo como hacen los morenistas hoy mientras esperamos a que se larguen.


La ira, tan dañino como los demás pecados, es la rabia, la irritación que se siente como resultado de la insatisfacción y la frustración, incluso de la envidia y la avaricia insaciable, así mero como el Chuyín brinca contra los que lo ningunean como lo que es, un pendejo. La ira es eso que sienten los regidores de Morena que llegaron aliados con El Profe y terminaron encerrados en la inmoralidad, en la oscuridad, en el silencio, allá donde no valen nada, donde estaban antes, pues. La ira es lo que siente María Roa cuando se da cuenta de que nadie le hace caso porque no tiene autoridad, no sabe nada, es eso también que siente Salvador Llamas cuando no le salen los planes y termina tragándose el coraje para aliarse con los que antes llamó corruptos, rateros y no sé qué tanta cosa más. La ira es eso que también sentimos los ciudadanos cuando vemos que a los políticos de hoy les vale madre la integridad de los vallartenses.


La avaricia, es eso que invade al “El Chuyín” cada vez que cita a un constructor para extorsionarlo, para pedirle una lanita a cambio de destrabar los trámites de licencia en el ayuntamiento del alcaldito para que puedan ellos construir. Avaricia es eso que sienten los elementos de Reglamentos cuando tienen oportunidad de abusar de los empresarios. La avaricia es lo que no le permite al ayuntamiento a administrarse bien, a que los planes salgan para que el dinero alcance para las prioridades y no para las fiestas. La avaricia es el peor demonio de los políticos desde la perspectiva de los ciudadanos.


La envidia es la tristeza a razón del deseo por lo que alguien más tiene. Este pecado es uno de los más contaminantes, los que al energúmeno vuelven violento, agresivo, al grado de ser peligroso para cualquiera que se le atraviese, así como le sucedió a los morenistas después de haberse cumplido el término de la revisión de la documentación del proceso de entrega – recepción entre la pasada administración y esta, que por idiotas no hallaron nada para culpar a los anteriores y por desear ese supuesto para el día en que “El Profe” deje la alcaldía hecha garras. Envidia es la que siente Calzón Calleja de “El Charro Ibarría”, quien terminó su gestión en servicios públicos del municipio con el rancho limpio y funcionando. Pero, la peor envidia y la más peligrosa entre los demonios que acompañan al alcalde, es la que se tienen Llamas y “El Chuyín”, quienes luchan todos los días por parecer menos inútiles, por escalar de alguna forma para ilusionarse con su ascenso en la carrera política por la supuesta sucesión del alcaldito, se envidian y de odian, se van a despedazar.



La lujuria es la única que El Profe se atrevió a combatir él mismo y sin éxito, y es que a dos cuadras de su casa existen las esquinas de la lujuria y la satisfacción carnal. Motivado por la envidia de la lujuria ajena, el alcaldito ordenó en su primer día de gobierno, que las hetairas de la cinco de diciembre fueran retiradas del lugar, según él, porque su chamba era indigna, lo que el alcaldito no sabía, fue que al final, el que tendría el trabajo más indigno e improductivo como suripanta sería él mismo como alcalde. Lo invadió la ira cuando se enteró de que nadie le hizo caso, así que optó por ignorar el mal y entregarse al demonio, por lo menos de la prudencia a quienes todavía sentimos lujuria. Sobre este pecado de la lujuria hay un chismesazo, protagonizado por la “ex” de un líder del verde y un nuevo líder del “cártel del agua”. Luego les platico.


La gula, de este pecado sólo se me ocurre Pablo Ruperto, el pobre regidor al que deberían darle más fibra y ponerle unos tenis antes de que los cuelgue como víctima del exceso de comida, que es gula.


La pereza, de este hay mucho y poco qué decir, y es que todos los que acompañan al alcaldito están invadidos por este demonio, por lo que El Profe está más poseído por este pecado y será el más dificil de sacar de su “puerquecito”.


Aquí un listado de los síntomas de la pereza:


1.-

2.

3



Enlistados todos los demonios, dicho casi todo y sin entrar en detalles para describir a cada uno de los directores que tanto daño le hacen al alcaldito y que entorpecen su ya de por sí obtuso gobiernito, la tarea es clara, un análisis profundo sobre quién debe quedarse y quién debe irse del ayuntamiento para iniciar con la mejora de la gestión. Es claro que el profe no puede, no quiere, no tiene ganas, no cuenta con energía ni la salud necesaria para poner orden, por lo que alguien tendrá que encargarse del exorcismo para liberarlo de esos demonios que tanto daño le hacen.


En el proceso vomitará verde, se le volteará la cabeza, quizás grite maldiciones y baje las escaleras al revés mientras se le realiza el exorcismo, es posible que se tarden, que la solemnidad del procedimiento le contamine la conciencia pero será por su bien, por el bien de los vallartenses para ser liberados también de los demonios que acompañan al Profe Michel.


Incluyan a los medios que les venden espejitos, como la pendejada de que el profe está colocado dentro de los mejores alcaldes del país, porque NO MAMEN y también de eso que dicen, que El Profe puede ser gobernador, está bien que el alcaldito esté medio menso, pero no abusen, es buena persona, dicen.


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