Para entrar en esto de la política, y sobre todo si se quiere ser gobernador, alcalde o diputado, hay que conocer del tema y no nomás lanzarse a lo bruto como lo han venido haciendo personajes que no saben nada de legislar, ni de administración pública; pero que, sin embargo, alegan tener las suficientes ganas para hacerlo y así se justifican.
En este contexto encontramos a Francisca Viveros Barradas, mejor conocida como “Paquita la del Barrio”; Carlos Villagrán, a quien usted seguramente identifica por su personaje de Kiko (o Quico), así como el actor Alfredo Adame y el ex vocalista del grupo Los Ángeles Azules, Héctor Hernández. Todos ellos bien conocidos en el mundo del espectáculo, pero que no saben lo que deben saber para buscar gobernarnos. ¡Lo peor de todo es que ni siquiera esconden su ignorancia e incompetencia! Paquita la del Barrio, por ponerle un ejemplo, dijo: “No sé a qué vengo aquí, yo solo sé que hay personas detrás de mí que son las que me van a enseñar a manejar este asunto”. ¿Lo ve? ¡Ella misma admite que de gobernar sabe una jodida! ¿Y entonces qué hace buscando hacer lo que no sabe? Que se vaya a seguir hablando mal de los hombres en sus canciones, que es donde le va bien porque sabe hacerlo.
En la misma situación está Carlos Villagrán, cuyas declaraciones son casi las mismas porque dice que, después de cincuenta años de hacer reír a la gente, ahora busca otra plataforma; o lo que es lo mismo, quiere seguir haciendo reír gente, pero haciendo el ridículo como político. Cuando era niño me desternillaba de la risa escuchándolo; ahora me dan tristeza sus declaraciones. ¡Qué manera de darle en la torre a cincuenta años de buena fama!
Ahora bien, es cierto que, constitucionalmente hablando, COMO MEXICANOS todos ellos tienen el derecho de ser votados; eso no está en discusión. Lo que Yo digo es que no basta con las ganas y para comprobárselo, voy a ponerle un ejemplo que creo que ya puse una vez. Supongamos que usted necesita una operación a corazón abierto y Yo le digo: “Pues mire, Yo no soy cardiólogo, ni cirujano; es más, usted sabe que soy ciego total, pero tengo todas las ganas de operarlo”. ¿Dejaría que Yo lo hiciera? Creo que no y en la política, como en todo, es, dijera el indio, “mesmamente lo mesmo”. El derecho lo tienen; la capacidad no y lo que Dios no da, natura no presta. ¡Nomás ansina! No hay más.
De modo que, el antojo de los antojados no es suficiente por la simple y sencilla razón de que, En política, como en todo, hay que jugar con ganadores y no con ganosos (entiéndalo también la pedacera en Vallarta) si es que se quiere ganar. Si el propósito es hacer el ridículo, entonces van muy bien. Felicidades.
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