Puerto Vallarta, Jalisco.- Como si se tratara de un juego y, aún así no sería congruente, moralmente aceptable o incluso válido por ningún motivo, los jugadores de la política de hoy en día contienen valores enclenques y monstruosos intereses que quebrantan la tranquilidad de los ciudadanos y mellan la democracia positiva para el país.
El “chapulinaje” como llamaré a la transición de los políticos entre partidos políticos con la finalidad de conseguir satisfacer sus intereses mesquinos y no legítimante benéficos para los gobernados. Imagínese que usted tiene un amigo que hoy le va a las Chivas y su equipo no pasa a las finales, la conciencia debería mantener a su amigo en la oscuridad, cobijado por la vergüenza y fortalecido por la decencia de conservar sus valores y creencias respecto a la confianza de su equipo, eso sería lo correcto, sin embargo, qué pasaría si esu amigo decide cambiarse de equipo para poder competir contra usted yéndole al América, si bien es cierto que no es ilegal, constituye una evidente muestra de que falta valor y conguencia porque no respeta los ideales, los colores y el desempeño de los jugadores a los que juraba que apoyaría siempre, hasta que perdieran, pues.
Cada equipo, como cada partido político contienen en sus estatutos los valores con los que fueron forjados, estos hacen que cada uno sea diferente en su esencia, lo que abona a la democracia, a que los ciudadanos decidan ser representados por los ideales que ellos mismos comparten, así surgió el PRI, luego el PAN como antagónico de valores hasta llegar a Morena que estructuró su esencia en la izquierda, falsa izquierda, pero siniestra.
Conforme se humanizan estos valores, se distorciona la esencia y se convierte en un desmadre, un desorden peligroso, imagina usted a un chivista echándole porras al América en contra del Atlas, así se ven los priistas migrando a Morena, los Morenos migrando al PAN y así sucesivamente hasta convertirse en una orgía que gestará un monstruo que nadie entiende y al que todos temerán, ese monstruo es AMLO, un sujeto de izquierda mientras habla de austeridad desde el Palacio Nacional.
Así entonces llegamos al asunto, Luis Munguía inició su carrera política en la universidad que nunca terminó. Después de haber sido detenido por un señalamiento de homicidio en el trienio de Gustavo Gonzalez Villaseñor, se cobijo en Andrés González Palomera del PRI con el que terminó peleado para correr al PAN junto a un séquito de malandrines, en Acción Nacional fue relegado por los ancianos conservadores de siempre en aquel partido, lo que orilló a Munguía a correr a la sombra de Ramón Demetrio Guerrero Martínez “El Mochilas” con quien hizo equipo para sembrar el naranja de Movimiento Ciudadano en Puerto Vallarta. Como regidor fue gris y premiado con la diputación federal en la que no presentó ninguna iniciativa, la inercia lo colocó en una curul jalisciense en la que tampoco hizo ruido hasta su épica borrachera. Naturalmente, de haberse puesto a trabajar cercano al pueblo, él hubiese sido el candidato legítimo a la alcaldía de Puerto Vallarta por el Movimiento Ciudadano, pero, Alfaro en ese momento no lo vió viable, el gobernador es pendejo pero no siempre, creo.
Alfaro lo llamó a cerrar filas con los que sí se habían dedicado a trabajar, Arturo Dávalos, Diego Franco, Lupita Guerrero y todo el equipo que ahora se auto identifica como Grupo Vallarta, nombre que, por cierto fue fusilado al equipo de Chava González Resendiz.
El Gobernador le habló fuerte y le pidió disciplina, lealtad a su ordenanza, le solicitó que se cerrara filas con ellos por el bien de Puerto Vallarta. Luis hizo lo que nadie esperaba, se reunió públicamente con Arturo Dávalos, Diego Franco, Lupita Guerrero, Jaime Álvarez Zayas y el dirigente estatal de Movimiento Ciudadano y juró lealtad, se comprometió a trabajar por el equipo y defender los colores de su gobernador. Le iba a las chivas con la playera del América mientras posteaba amor eterno por el Cruz Azul. Chaquetero, pues.
Se tardó dos días en traicionar su propia palabra. Divergen dos versiones que suenan alto, traicionó a su propio Gobernador y Alfaro lo llamó en privado para colocarlo en Morena. Cualquier versión apesta a cinismo y se amarga de malas intenciones, el poder por el poder a pesar de cualquier cosas han etiquetado capitulos tristes en la historia de la humanidad.
Creerá quizás Enrique Alfaro Ramírez que su jugada le produciría frutos pero no, ha devaluado el trabajo de los morenistas legítimos, los ha sobajado con la afrenta, los ha ninguneado, los hizo suyos con el atrevimiento de mandar a Luis Munguía por la candidatura, por el otro lado, la traición al equipo resuena y retumba en todos los muros, Alfaro está jugando contra el Grupo Vallarta después de haberle dado la mano a Arturo Dávalos. Caso contrario, Luis traicionó a Enrique Alfaro y el gobernador tendrá que demostrar madurez política por primera vez para Puerto Vallarta.
Los Morenistas están en la lona, están fritos, han sido sobajados a nada, demostrando dos cosas, lo guango de sus líderes y la falta de valor de sus jugadores para defender su territorio, sus valores, su legítima filosofía que no comparte Luis Munguía, en pocas palabras, Luis si se baña todos los días, no como los políticos de Morena, eso piensa Alfaro, yo pienso peor.
Pendejaron a ALFARO
Ricardo Rodríguez estuvo en Puerto Vallarta para certificar la unidad, para verificar que todo estuviera tranquilo dentro del Movimiento Ciudadano para la pacífica durmia del Gober mamucas. A Ricardo lo pendejearon en su cara o el líder emecista ya sabía que la jugada vendría por allí, lo que significa que Enrique Alfaro y sus colaboradores están inmersos en todos los partidos con la finalidad de no perder el poder. Se lee feo, pero así es.
Luis ya está registrado en Morena después de haber tapizado el rancho con su cara y una serie de propuestas de trabajo que apantallan sólo a los más pendejos de este pueblo. Hizo precampaña para diputado federal porque así se registró en la sede estatal de Movimiento Ciuadadano pero, después de recibir una serie de patadas por su inutil existencia dentro de la política se arropó en las filas de Morena, donde parece que hace más porque los demás hacen nada. En tierra de ciegos el tuerto es rey.
Morena ahora tendrá que lamerse las heridas entre los más de veinte regisrtados con aspiraciones naturales e incuestionables por la alcaldía y dejar que Munguía lidere un proyecto que le va al que gane.
Entonces Ahora Juguemos. ¿Quién es el Traidor?
Luis Ernesto Munguía González después de haber recibido instrucciones de Enrique Alfaro de aliarse con el Grupo Vallarta, reunirse con ellos y huir con la cola entre las patas a Morena, o el traidor es Enrique Alfaro después de haber simulado disciplina y ordenado a Luis alinearse a Morena por la alcaldía.
Al final, la traición es a ellos mismos, su capacidad ha quedado probada y es una lástima que vean sobre el hombro a los hombres y mujeres que han trabajado insancablemente para mantener vigente al partido político de Morena en la región. Las decisiones se están tomando arriba y no abajo, donde la gente de a pie trabaja de sol a sol por el bien de Puerto Vallarta.
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