Mi corto conocimiento respecto a la historia de la monarquía en el planeta a traves de los tiempos no me permite recordar a ningún gobernante, real o constitucional que haya estado preparado para enfrentar la abdicación, la renuncia obligada o el término legal de su poderío, llegado a traves de la paz democrática o la salvaje imposición del poder a través de la guerra o el magnicidio.
Como jefes de estado y líderes religiosos, los Papas enfrentaron estas tragedias a través de su historia, y es aquí donde coloco el primer ejemplo que conozco, la renuncia de Bendicto XVI que, después de un escandaloso pontificado, decidió renunciar al anillo del pescador y todo lo que esto significa para los católicos, y con ello darle paso a la llegada de un nuevo Papa, con un perfil más “humano” y con escuela jesuita. Después de que Ratzinger decidiera retirarse de la moda de los zapatitos rojos, el cónclave católico se reunió en cuatro ocasiones antes de decidirse por Bergoglio comosu nuevo líder y anunciarlo al mundo mediante el famoso humo blanco salido de la chimenea de la Capilla Sixtina. Hasta hoy, el papado de Jorge Mario Bergoglio ha sido bueno y no se vislumbra su salida, caída o derrocamiento político, porque, incluso se ha inhabilitado, al menos en apariencia, la prelatura que catequiza el Opus Dei. Si usted no entiende nada de esto, lárguese de aquí.
Como contexto, es suficiente para aplanar el camino y machetear las “ramonas” que evitarán replantearnos lo que sucede en mi reino de fantasía.
Catalina de Médicis solía decir que no había que sonreír más que al enemigo, amiga de su paisano Nicolás Maquiavelo, se entendía el perfíl de su actuación dentro de la monarquía francesa del siglo XVI. De esta forma, simulando amistad y afecto desde las sombras, se fue ganando la confianza de sus rivales, del trío amoroso del rey y con ello amasaría una gran influencia que la catapultaría hacia el poder. Primero se deshizo de Francisco, hermano de Enrique, su esposo francés, y digo se deshizo porque la historia la ha señalado a ella como la culpable de envenenar al “delfín” después de un juego de pelota, regalándole a Enrique el trono.
En el siglo de los grandes escándalos, en la centuria en la que vivieron Maquiavelo, Shakespeare, Descartes, Galileo, Lutero, Lope de Vega y mismísimo Hernán Cortés, Catalina de Médicis se hizo del poder a través del engaño y el envenenamiento de sus rivales, incluyendo a su suegra y, por accidente, a uno de sus hijos.
Con los sueños perturbados, la fantasía de mi historia cobra forma y fuerza. Como escritor de mi propia película, las letras no pueden borrarse, he debido ser cuidadoso para no orillar a mis personajes a la catástrofe y su desaparición, por eso, siendo objetivos, la naturaleza de mis personajes parece real, y terminará siéndolo, tendrá sentido en algun momento porque el carácter de los actores ha sido forjado con cuidado, detalles que le dan la importancia que cada uno de ellos merece para sentirse muy poco irreal.
En los últimos días, dentro de la corte al servicio del Rey y la reina se han corrido los rumores más preocupantes del reinado.
El Rey está muy enfermo, la reina no está dispuesta a irse a pesar de haber cansado a sus damas de compañía, a quienes les obliga un “padre nuestro” al arrancar cada jornada, los herederos al trono se han volteado a ver entre ellos mientras afilan sus cuchillos porque la batalla será encarnizada y violéntamente sanguinaria por el trono que dejará libre el rey cuando la abdicación se obligue o la salud del monarca no le permita continuar.
Como parte de mi tarea para estructurar una historia con bases sólidas y creíbles sobre las capacidades y características de mis personajes, estuve investigando un poco sobre geriatría, porque como les había platicado antes, el Rey de mi historia está a dos décadas del siglo, con pocas posibilidades de alcanzarlo, pero con oportunidad para hacer que cada minuto cuente como el Rey que siempre quiso ser.
La vejez trae consigo consecuencias en la salud, incluso en la de mis personajes de fantasía, no se salvan, porque para potenciar el sentido de pertenencia del lector hacia la historia o del que nos identifica con sus anécdotas es esa naturaleza humana y vulnerable, a pesar incluso de haber demonios, dragones y unicornios en el drama.
Con el paso de los años, el metabilismo del rey y su respuesta a las enfermedades no es la misma que antes. El músculo, la piel, los huesos e incluso el sistema cognitivo se ven afectados, pierden fuerza y resistencia. Esto provoca que no se esté lo suficientemente preparado para afrontar ciertas actividades o patologías. Este conjunto de situaciones es el que orilla a mi Rey a ser considerado como uno de los personajes con mayor riesgo en mi historia, por lo que es importante profundizar en su cuidado para extender mi crónica más allá de lo que hoy se apuesta dentro de la corte que le rinde pleitesía.
Existe una lista de patologías conocida que pudiera aderezar la historia de uno de los personajes más importantes de mi fantasía. La fibromalgia es una enfermedad crónica que puede afectar a cualquiera y en cualquier momento, se caracteriza por existir un cansancio extremo, dolencia muscular, transtorno en el sueño y dolores de cabeza, esta dolencia cabría perfecto en mi personaje para motivar lo que ya sucede en la naturaleza, cuando el líder de una manada se adolece de algo, en la primera señal de enfermedad o de incapacidad para liderar la manada, los personajes que le rodean se convierten en posibles herederos del liderazgo, porque el grupo no puede quedarse sin cabeza y allí las conspiraciones inician para complicar la historia, haciéndola más sabrosa y colorida. El Rey de mi historia está enfermo y hay varios personajes que ya toman posiciones para colocarse estratégicamente a la vista de la sucesión.
Cabizbajo en ocasiones, con un aparente dolor en las articulaciones, últimamente no sale mucho a la luz porque presenta una hipersensibilidad que no le permite exhibirse saludable.
Hipertensión, es una patología habitual en las personas mayores y por eso el rey sigue una dieta, con ejercicios matutinos antes de ser visto por la prole trabajando.
Y como última, pero no menos importante, el Alzheimer, como patología cognitiva, esta enfermedad me atrajo para agudizar la historia del Rey de mi fantasía, esta patología abonará a los giros inesperados de la crónica, haciéndole pensar a los personajes que lo acompañan que cada vez está más vulnerable para provocar su caída, sin considerar que el poder del rey lo faculta a todo, bueno o malo hasta el momento de su partida.
El alzheimer, es un deterioro cognitivo, en su máxima expresión significa la pérdida progresiva de la memoria, el cerebro del Rey está cansado y desgastado, a pesar de ser tratado en privado para no preocupar a la prole y darle motivos a los enemigos.
Sus encuentros públicos han sido intervenidos, la intención del rey es aparecer y participar a pesar de las dificultades, lo que la consorte no entiende porque interrumpe la actuación, sacando al rey de la jugada porque lo considera en estado de indefensión o vulnerable por su capacidad lenta para tomar decisiones, para esgrimir argumentos o estructurar un plan para su reinado. La prole susurra con recelo y suspicacia hacia su monarca por la aparente incapacidad para liderarlos.
Al mismo tiempo, el Fenix de la historia se hace de aliados y lanza golpes contra el príncipe. El Fenix salido de las llamas es la Catalina de Médicis de mi historia, no se detendrá por nada hasta obtener el poder que cree que le corresponde, y tiene el libro de El Principe (de Nicolás Maquiavelo, no el mío) bajo el brazo y está dispuesto a tomarlo como guía para proteger al rey y colocarse cada vez más cerca del poder que podría quedar a la deriva y expuesto a la sanguinaria sed del Príncipe de mi historia.
El Rey está cansado y desgastado, consulta con su almohada el momento correcto para renunciar a un cargo que ha vulnerado incluso a sus propios hijos.
De este tema, más mañana.
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