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  • Héctor Colín

Rango vallartense

Hoy no me pude bañar como todos los días, abrí un garrafón de agua ciel para dosificar las estratégicas lavadas de mi oloroso cuerpo. Yo atiendo todos los días en la calle y es prioritario que no piensen de mí que soy Chairo y no me gusta bañarme, tampoco espero que me cataloguen como ecologista ahorrador porque luego me dirán marihuano, por eso me baño.



Con la nueva administración del Seapal, el agua llega a cuentagotas, y cuando llega. Algo muy grave sucedió con la llegada de Salvador Llamas al organismo, porque por arte de magia desapareció el agua. Si usted es fan del cine, seguramente vio Rango, en la película hay dos personajes esenciales, uno es el alcalde, una tortuga vieja y soberbia que ha potenciado su influencia a base de restringirle el agua a los pobladores de una pequeña comarca en medio del desierto, al mismo tiempo, esa agua es utilizada para alimentar una gran ciudad, con campos de golf y rascacielos, allá es mejor negocio el agua y la prosperidad recae también en el alcalde. La tortuga anciana ya no puede caminar, se supone inteligente pero es todo lo contrario porque no se ha dado cuenta de la debacle que lo amenaza. Por el otro lado está un camaleón fuera de su hábitat, con características de costeño por la ropa con la que se presenta, con grandes sueños y alucinaciones, con una suerte impresionante, con actitud positiva a pesar de las adversidades y quien, por su misma suerte, es nombrado sheriff para enfrentar con soluciones los problemas que el alcalde genera para beneficio propio.

Los pobladores del desierto tienen todos los miércoles una hora específica para hacer cola y llevar su “jícara” para contener la poca agua que se les raciona y que se ha convertido incluso en una moneda de cambio, todo parece una broma, un chiste de mal gusto hasta que te despiertas en Puerto Vallarta enfrentando esa absurda realidad.


Rango es responsabilizado del problema y con sus limitaciones, decide enfrentar el asunto y se alía con un pequeño grupo de pobladores desesperados por la situación.


Hay otro malo, por un lado una águila que acecha la comarca para alimentarse de todos los que se descuiden.

El más malo, resulta ser un aliado del alcalde, una víbora hambrienta, salvaje y bien armada, con sombrero y con señales claras de no ser de la zona, beneficiado por la tortuga para defender sus intereses y enfrentar a quienes se atrevan a contradecir al alcalde. La serpiente es uña cascabel, venenosa y con voz ronca, recio, violento y con muchas ambiciones negativas, es claro que todos le temen por el tamaño que tiene sobre los pequeños pobladores.



En una aventura épica en el desierto, Rango lidera una excursión para recuperar el agua que ha sido robada del banco, que, como ya dije, era tan preciada que se resguardaba en una bóveda para ser administrada a cuentagotas. En la excursión, Rango irá haciendo aliados con las mismas necesidades de agua, porque la mano malévola del alcalde no perjudicaba solamente a sus gobernados, sino que existía ya un daño colateral sobre la región, por lo que el alcalde tenía más enemigos de los que imaginaba.


Tras varios peligrosos tropiezos en el desierto, casualmente encuentran un tubo con el que se ha desviado desde hace tiempo el agua, evitando que el vial líquido llegue a los pobres pobladores, el tubo va directamente a una ciudad próspera que el alcalde protege (no, no es Vidanta, sigo con la película) por lo que se inicia una nueva batalla para enfrentar al alcalde y su serpiente.


Acorralados porque los pobladores entendieron que son más y están mejor organizados, envalentonados por la necesidad y desesperados por las condiciones, los de la comarca, sin bañarse, enfrentan al alcalde, Rango a la víbora y se inicia una batalla que terminará mal para los que se sentían poderosos y se enriquecieron a costillas del sufrimiento de un pueblo que lo único que necesitaba, era agua.


En el final de la película, el alcalde traiciona a la víbora, se acabó el cariño porque al parecer la situación se agravó para ambos, como consecuencia de sus actos, la serpiente malévola terminará comiéndose al alcalde y huyendo del pueblo al que devastó con su prepotencia.


Si no me cree, busque la película y disfrútela poniéndole nombres a los personajes. En Puerto Vallarta la situación es igual, la misma, idéntica. Ojo, en esta película nadie tiene un hijo pendejo, pa que ni lo busque.


Yo espero el final en el que la serpiente se traga al alcalde y huye despavorida.

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