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  • Héctor Colín

Un Simón llamado Chuyín


En la sala de un hospital, a las 9:43 nació El Chuy.  Es el verano del 82, el orgullo de don Michel por ser varón. Fue criado como los demás, con mano dura y con severidad, nunca opinó, cuando crezcas vas a estudiar, la misma vaina de tu papá,  óyelo bien, tendrás que ser, un gran presidente. Jajajajaa


Lejos de casa se le olvidó aquel sermón. Cambió la forma de caminar, usaba falda, lápiz labial y un carterón. Otro jajajaja…


El resultado de la crianza de los hijos es impredecible, “no se puede corregir a la naturaleza, palo que nace doblado, jamás su tronco endereza”. Decía el gran Willie Colón en una de sus más famosas canciones. Y mientras pasan los años, el viejo fue cediendo un poco.


Por fin hubo noticias, de dónde su hijo estaba, Michel nunca olvidó el día de esa triste llamada.


En la sala de un hospital… ojalá y solo sea una extraña enfermedad. Es el verano del 2022, al paciente de la cama 10 nadie lloró… y así terminó la triste historia de un hijo mal criado, que del agradecimiento no aprendió nada y que al final terminó devorándose salvajemente a su padre con cobardía y desfachatez.


No, no es la historia de Simón que se pareciera a la de un Síndico cobarde que usa bolsa en lo oscuro y lápiz labial bajo los reflectores; es la historia de un hijo que envolvió a su padre en una travesía mercenaria por asegurar su futuro a pesar de las consecuencias que se le vendrán al padre, legales y morales por el final que se vislumbra en el horizonte.


En otras… pasó la sesión de cabildo tan esperada en la que los regidores le pondrían un alto a la iniciativa de Luis Michel por maquillar la desaparición de 800,000,000.00 (ochocientos millones) de pesos, si, de ese tamaño es el descaro, el robo, la trácala, en proporción al gobierno chafa y desvergonzado del profe que de un diez pasó a un cero, peor que reprobado por la estrategia de hacerse el pendejo y arriesgar su pellejo.


El actuar de los regidores será calificado después, enfilados uno a uno, formados en el muro de fusilación de la historia de un pueblo que confió en el que parecía ser el más peligroso pero resultó ser el más corrosivo funcionario que haya tenido esta tierra de patasaladas.


El Simón de mi canción no tiene valor, se esconde y pretende ser el vivo, el que saldrá victorioso sin darse cuenta de que al final tendrá que enfrentar las consecuencias de sus acciones, no contra Puerto Vallarta sino del güeyón que le dio la vida esperando ser productivo.

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