Cuántas chupadas se necesitan para encontrar el centro sensible del presidente?
Cumplidos los 100 días de la administración del Profe Michel, la sensibilidad de la cabeza de la presidencia ha, por lo menos, dado señales de tener una paciencia impresionante, indomable e imposible de perturbar, las acciones de los subordinados, sin importar a quién le respondan, han dado mucho de qué hablar para engrosar la calificación negativa de la gestión michelista.
Las dependencias encargadas de resolver los problemas de los municipios han demostrado incapacidad suficiente para alentar en el alcalde un cambio de rumbo, una reestructuración de la estrategia y una refinación del compromiso.
El presidente no se inmuta, las mamadas de sus colaboradores no han alcanzado a perturbarlo para que meta las manos y salve el rumbo del municipio para mejorar la imagen de su gestión.
De reglamentos ya se fue uno, de desarrollo urbano ya se fueron dos, se espera que en esta semana se vaya por lo menos un par más, de servicios públicos o de comunicación social para aligerar la carga negativa de la alcaldía actual.
Al final de la semana estallarán varias huelgas, con las que se ha amenazado al ayuntamiento por la falta de valores en el trato con sus colaboradores.
Hoy está incendiado el COMUDE, el Seapal, el sindicato del ayuntamiento, el DIF y posiblemente algunos grupos de la policía se adhieran a una manifestación pacífica y el paro de actividades para paralizar al municipio.
Las salidas han sido señales claras de descontento, de falta de eficacia en el trabajo o posiblemente de traiciones que pasaron de lo privado a lo público con la destitución de estos elementos.
Las asignaturas pendientes en el escritorio del alcalde deberían quitarle el sueño, pero no, la cabeza del presidente divaga sin decisiones precisas, sabe qué hay temas urgentes por resolver pero no se atreve, no conoce la solución o los compromisos particulares rebasan los públicos de un alcalde, no de un simple ciudadano.
El alcalde hoy parece una tutsi pop, a la que se le cuentan las chupadas para alcanzar su impaciencia y lograr que reaccione. Vive rodeado de un pueblo al que le duele todo, al que le falta el agua y le faltará algún día la comida, un pueblo que gana menos y que gasta más, que las condiciones en sus colonias no apaciguan la mala racha, la basura, la falta de iluminación, la inseguridad y las condiciones de las calles son hoy una perturbación diaria que el presidente no ve, no la experimenta y su grupo se la oculta.
Algún día, los temas serán públicos, la paleta se habrá desgastado lo suficiente para no tener sabor, para ya no tener nada que encontrar y no será más que un desecho de un pasado al que, como los días, se le contaron las mamadas.
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