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  • Rodrigo Aguilera

Y por fin... Santiago de Compostela

(Especial para SIEMPRE LIBRES) Ya se ha hecho largo este relato, alguien me advirtió, aunque todavía le falta jejeje.

Pero retomo el relato de mi peregrinación de Talpa a Santiago de Compostela con mis ampollas (que todavía sanan) porque cada paso que di durante los últimos 50 kilómetros me hicieron cuestionar ¿Qué chingados hacía aquí?


¿Del otro lado del mundo, con frío e incomodidades pudiendo estar en cualquier otra parte?

Pero he ahí el sentido de caminar. "El Camino es hacia adentro" leí en una de las miles de pintas que jalan la mirada en la ruta a Compostela.


En fin tampoco es hacerle al mártir simplemente es tener la voluntad de seguir (porque la tentación es mucha) en la ruta hay muchas formas de transporte a la siguiente etapa o a la meta.

Ya me había pasado, la ampollada, justo la primera vez que caminé de Vallarta a Talpa, igual, por escoger mal el calzado.

También escribí en estas páginas sobre el tema.

En fin... Paso a paso, sufriendo pero también disfrutando, llegué una hermosa mañana de octubre a Santiago de Compostela tras 117 kilómetros que me retaron en serio.

El arribo es a una ciudad de primer mundo y más. Universitaria. Industrial, la Compostela de hoy es superior a cualquier urbe de nuestra realidad.

Afortunadamente, ese encontronazo del camino rústico, atravesando pueblecitos por los que el tiempo no ha pasado es rápido.


El camino en esa fase final cruza la urbe del siglo XXI rápidamente y te enfila de nuevo a la zona histórica magistralmente preservada en la que la Catedral de Santiago es al occidente lo que la Meca al mundo islámico y, Orgullosamente Talpa y Guadalupe a México y a América.

Arrastrando los pies ya con la ansiedad de la meta en todo el organismo viendo a quienes te rebasan y a quienes rebasas y pensando ¿cómo será?

Llegas a donde descansa Santiago en medio de la música de la gaita (las tradiciones celtas de Galicia - que, no olvidemos es la madre histórica de Jalisco (la Nueva Galicia)... Y de pronto, increíblemente como al llegar a Talpa... Todo cobra sentido (Continuará)

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